Quienes vivimos en la región del centro de México, estamos acostumbrados a tener un verano bajo el agua, pero de lluvia. No… lo que nos tocó no es el típico verano que nos enseñaron en la escuela. Sin embargo, estas condiciones climáticas favorecen particularmente al estado que con sus 3997 km2 de superficie, es considerado el más pequeño de la República Mexicana: Tlaxcala.
Cada verano, los bosques de Tlaxcala son el escenario de uno de los fenómenos naturales más impresionantes: miles de luciérnagas convirtiendo la oscuridad en un espectáculo único de luces.
Año con año, estos coleópteros (que en realidad son escarabajos) visitan los municipios de Nanacamilpa y Españita para reproducirse gracias a que ésta área de más de 200 hectáreas ofrece las condiciones ideales de humedad y alimentación para las larvas.
El simple hecho de llegar al bosque en completa oscuridad y descubrir cómo las hembras se iluminan para atraer a los machos y fertilizar sus huevos para después depositarlos en la tierra, no es voyeurismo es un espectáculo de bioluminiscencia único y fascinante que, mezclado con el cielo plagado de estrellas en medio del bosque es una imagen que no van a poder olvidar jamás.
Y si ya están en Tlaxcala, dense la oportunidad de recorrer las Haciendas pulqueras de Huamantla y de comer unos deliciosos esquites con huitlacoche, ya que uno de los tesoros de Tlaxcala es precisamente el maíz, pues cuentan con más de 200 variedades de éste y todo lo que está relacionado con él, vale la pena comerlo en Tlaxcala porque lo preparan como los Dioses.
Con información de WRadio