El sacerdote y activista indígena tsotsil, Marcelo Pérez Pérez, fue asesinado cuando salía de oficiar una misa en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Esto después de varios años de recibir amenazas de muerte, difamaciones y una orden de aprehensión en su contra, por su trabajo como mediador en el conflicto que se vive en el municipio de Pantelhó, donde un grupo armado y un grupo de autodefensas mantienen una disputa desde julio de 2021, año en que estalló la violencia en esta y otras regiones de Chiapas.
Pérez era un activista reconocido en la región de Los Altos, donde había nacido. Se involucró en los conflictos de los pueblos y las comunidades. La última vez fue en una marcha contra la violencia en septiembre, incluso durante una entrevista dijo: “Chiapas es una bomba de tiempo. Si no se toman medidas, va a estar sometido, esclavizado, al crimen organizado”.
Esto sucede en el contexto de un fuerte empuje del crimen organizado en la región, pues desde 2021 la Frontera Central y la Sierra Mariscal, se han convertido en un campo de batalla entre grupos delincuenciales que batallan sin descanso por el control de rutas y territorios, de espacios francos para sus actividades, centradas en el tráfico de droga, armas y personas.