Diecisiete años después de convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el paisaje agavero del tequila no está libre de problemas. En años recientes, el aumento de la demanda de esta planta ha extendido las áreas dedicadas a su consumo, contribuyendo a la pérdida de ecosistemas claves y al descenso de otros productos básicos como el maíz.
A pesar de las restricciones sobre las zonas de siembra de agave, la quema y deforestación de espacios naturales se han convertido en algo común para darle prioridad a este cultivo. Y es que espacios protegidos, como el bosque La Primavera, se han visto impactados por el aumento de este tipo de siembra.
Todo esto es debido al crecimiento de la industria tequilera en las últimas décadas, la cual ha crecido en un 526% según datos del Consejo Regulador del Tequila (CRT). Sin embargo, esta popularidad provocó que el cultivo se extendiera fuera del estado de Jalisco, hacia Michoacán y Guanajuato.