Lanzar “ratas muertas” o el “Toro de la Vega”, algunos pueblos de España siguen celebrando sus fiestas con espectáculos o tradiciones donde el maltrato animal es el plato estrella. Son muchos los pueblos que siguen en el punto de mira de los animalistas y protectoras de animales. El motivo, sus festejos o fiestas grandes centran en el maltrato animal su diversión.
Matar de forma expresa a ratas, para luego meterlas dentro de una piñata y usarlas para lanzarse sus cuerpos los unos a los otros, supone una banalización de la vida de los animales en una fiesta de dudosa legalidad. El Código Penal prohíbe, desde 2023, matar animales domésticos o silvestres que no sea por los motivos expresamente tipificados.
Si bien es cierto que muchos ya han sido suprimidos, otros municipios siguen apostando por mantener estas tradiciones en su agenda cultural.
Carpio de Tajo, en Teruel, celebra todos los años su ‘Carrera de gansos’. ¿En qué consiste? Los participantes, montados a caballo, deben conseguir arrancar la cabeza a gansos colgados boca abajo en el centro del pueblo. Cuando logran desmembrar al animal, portan la cabeza del animal en la mano como premio. Por su parte, en El Puig, Valencia, celebran su particular “tomatina”, pero sus habitantes se lanzan ratas muertas. Tras apalear y congelar a los roedores para la celebración, los vecinos se lanzaban unos a otros los cadáveres. Sin embargo, esa ‘tradición’ fue prohibida, aunque el año pasado algunos decidieron obviarla.
El Puig (Valencia) ha vuelto a celebrar este domingo la polémica tradición de la ‘batalla de ratas’, que ya ha sido denunciada en años anteriores, sin éxito. AnimaNaturalis acudió al evento este domingo en el municipio valenciano de El Puig, y le hicieron ver al Ayuntamiento que la tradición de la “Trencà dels Perolers”, que se celebra cada mes de enero durante las fiestas en honor a Sant Pere, es un festejo denigrante que no solo perjudica directamente a los animales, sino que contribuye a banalizar sus vidas ante la atenta mirada de los más jóvenes, quienes aprenden que usar los cuerpos de animales muertos por diversión, está bien.
Sin duda, cada vez son más los municipios que deciden adaptar sus fiestas y tradiciones con el fin de mantenerlas y, a la vez, preservar y respetar la creciente sensibilidad y empatía hacia los animales.