La cirrosis hepática avanzada puede llevar el contenido de amoníaco en la sangre a niveles peligrosos, pero saltarse la carne a la hora de comer ayudaría a revertir esa situación, muestra reciente investigación.
“Fue emocionante ver que incluso pequeños cambios en la dieta, como ingerir una comida sin carne de vez en cuando, podrían beneficiar al hígado al reducir los niveles nocivos de amoníaco en los pacientes con cirrosis”, señaló el autor principal del estudio, Jasmohan Bajaj, gastroenterólogo de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia.
Como explicó el equipo de investigación, las bacterias en el intestino generan automáticamente amoníaco a medida que ayudan al cuerpo a digerir los alimentos. En las personas con hígados sanos, el órgano toma ese amoníaco y lo envía a los riñones, donde se excreta inofensivamente a través de la orina. Sin embargo, la cirrosis afecta la capacidad del órgano para procesar el amoníaco y éste se acumula de manera tóxica.
El amoníaco puede incluso viajar al cerebro y desencadenar confusión o delirio. Eso se llama encefalopatía hepática y sin tratarse puede llevar al coma y la muerte. Por ello, la dieta desempeñaría un papel importante en estos procesos, porque las dietas occidentales bajas en fibra y altas en carne y carbohidratos aumentan los niveles de amoníaco producido por el intestino, por lo cual, el sustituir la carne de la dieta de cuando en cuando beneficiaría a personas con cirrosis.