Han pasado más de 100 años desde que París fuera escenario de sus segundos Juegos Olímpicos y, desde entonces, han cambiado muchas cosas. Pero hace un siglo, la participación de las mujeres era puramente testimonial. La primera vez que las mujeres compitieron en unos Juegos Olímpicos fueron los de invierno en Chamonix en 1924. Entonces, participaron 11 mujeres. Unos meses más tarde, en los Juegos Olímpicos de París 1924, participaron 135 mujeres frente a 2.954 hombres.
Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, conocida como Lilí Álvarez, nació en Roma en mayo de 1905, pero su infancia la pasó en Suiza. Un país donde el papel de la mujer era más avanzado que en España, lo que permitió que se dedicara al deporte desde pequeña. Con los años, cambiaría la historia de las mujeres en el deporte tras ganar medallas en casi todos los ámbitos. Porque Álvarez no solo triunfó en el tenis, también lo hizo en las carreras de coche, el patinaje, la natación o el esquí.
Aprendió a patinar con 4 años en Suiza y a los 11 participó por primera vez en un campeonato internacional de tenis. En 1917, con 12 años, ganó su primer campeonato de patinaje en Saint-Moritz, superando a la campeona francesa Melle Joly. En 1921, con 16 años, obtuvo la Medalla de Oro Internacional de patinaje, pero fue en 1919, a los 14 años, cuando logró el primer torneo de tenis en el campeonato de Ginebra.
Fue finalista tres veces consecutivas en Wimbledon y ganadora de Roland Garros, siendo tres años consecutivos número dos de la clasificación mundial. La deportista, apodada por la prensa británica como “The Señorita” por su asombroso estilo de juego, fue una mujer “adelantada a su época” que se atrevió a desafiar los roles impuestos en una época en la que la mujer era prácticamente invisible, sobre todo en el mundo deportivo.
Álvarez no tuvo miedo a presentarse a competiciones en las que todos los participantes eran hombres, tampoco en probar diferentes deportes, y aún menos en revolucionar la vestimenta de las mujeres deportistas. En 1931 se convirtió en la primera tenista en utilizar una falda pantalón, primero en Roland Garros en París y posteriormente en Wimbledon.
Su vida deportiva se paró durante unos años tras casarse em 1934 con el conde de Valdéne, un aristócrata francés. Apenas cinco años más tarde se separaron tras morir el hijo de ambos en 1939. Fue entonces cuando la deportista volvió a España para retomar la práctica del esquí. Ahí ganó el Campeonato de España de Esquí Alpino.